La vorágine de declaraciones de toda índole suscitada por las declaraciones del Presidente Peña Nieto en su visita al Grupo de los 8, con relación a la participación de la iniciativa privada en el sector energético, que la Constitución reserva en exclusiva al Estado, me llevó a escribir en un twitter: “Mexicanos, revisen los nombres de quienes apoyan la Reforma Energética de EPN. ¿Hay uno sólo que les inspire confianza? ¿Quién?”.
Frente a los múltiples nadie, ninguno, none, recibidos como respuesta, no aparece nombre alguno y eso que mi pregunta fue anterior al artículo del inefable ex Presidente del PAN, Germán Martínez, paradigma de la reacción y hoy corifeo del Presidente, que en su título pregunta: “Privatizar Pemex ¿por qué no?, en el que pide que ya se dejen de “modernizaciones”, ”fortalecimientos”, “ampliaciones de capacidad” u otros “eufemismos” y se hable claro de lo que claro es: Privatizar.
Los empeños del Presidente en la entrega del sector a la inversión privada, la apertura, como la llama, se ve que son ya, de acuerdo con sus declaraciones al NYT y al Financial Times, reacciones inconscientes, reflejos condicionados, dogmas enraizados en lo más hondo de su ser, profundas convicciones que le salen del alma, obedientes respuestas a las directrices recibidas de los organismos internacionales interesados y urgencias de cumplimiento de sus compromisos no firmados ante notario.
Sin embargo, a pesar de tanta obviedad, la estrategia seguida para “convencer” a la nación con ambigüedades, verdades a medias, estadísticas manipuladas, “marketing” cuidadoso, ha redituado dividendos.
El “Pacto por México”, uno de ellos, resultado de la eficacia política del PRI –menester es reconocerlo-, y en el que se han deslizado, para barnizarlos de “consenso” temas que no lo tienen y que no lo tendrán, como es el caso de los puntos relativos a la apertura del sector energético -54 al 57-, en los que en suma se propone entregar a la inversión privada el crecimiento de la industria corriente hacia abajo, desde la refinación, y el permitir a través de “contratos de riesgo” –sin riesgo-, el acceso a la exploración y la producción de hidrocarburos y con ello a la renta petrolera. Pacto que firmaron alegremente el PAN y quiero suponer que ingenuamente el PRD. Este último, al grado de que su Presidente que niega haber llegado a acuerdos –aunque firmó el celebérrimo documento-, ahora propone una iniciativa propia para deslindarse de los gravísimos impactos del Pacto, sobre el futuro de México y su seguridad energética.
Como en 2008, ahora vendrá “el Paseo de las Reformas”. Cada Partido presentará la suya y se organizará el Circo de 3 Pistas. ¿Tratarán de enmendar sus errores –PRD- o ampliar el horizonte de sus propósitos –PAN-, con el peligro de ofrecer en su afán protagonista, en su ignorancia, en su irresponsabilidad o en su subordinación, argumentos “cómodos” para que el gobierno logre las metas que persigue?
Sea lo que sea en ese su juego, es necesario dejar claro que ninguno de los Partidos representa ni cercanamente y menos en este tema, la opinión de la mayoría de los mexicanos.
Si el PAN “está hasta la madre del PRI” como ha dicho y el “PRI lo está del PAN”, como reviró, pueden estar seguros de que la ciudadanía “está hasta la madre de todos los Partidos” y que en las urnas y en las calles se los hará ver, si insisten en ignorarla y actúan contra la Nación, porque puedan lograr “mayoría” a en las Cámaras.
Deberá haber un diálogo abierto con toda la Sociedad, no en lo oscurito ni en reuniones cupulares blindadas, para este asunto de la mayor trascendencia. No podemos permitir el abuso del poder para entregar nuestro patrimonio. No aceptaremos cambios constitucionales “para dar certeza a los inversionistas privados” como declaró el Presidente. Exigimos el respeto a la Constitución, como también declaró el Presidente cuando asumió el poder, para dar certeza a los mexicanos, que es a lo que está obligado por mandato de Ley.
Junio 24 de 2013
Muy bien dicho, si señor. Y de antemano digo NO.