En agosto de 2010, el 15, para ser preciso, “La Jornada” publicó mi artículo sobre “El monumento… al Bicentenario”. En él hice una aguda crítica sobre las declaraciones que unos días antes había ofrecido el Secretario de Educación Pública, sobre las que dije: “la inexplicable explicación del porqué de este retraso –de la construcción-, es una de las intervenciones más pueriles y lamentables a que han obligado a exponerse a un Secretario de Educación”.
“La Estela”, cuya primera piedra fue colocada por el Presidente de la República en septiembre de 2009, no contaba con un proyecto ejecutivo, como se deduce de las declaraciones de septiembre de 2010 –un año después de colocada la primera piedra y unos días antes de la programada inauguración del monumento-.Dijo entonces el Licenciado Lujambio, entre otras cosas, que “ante una pieza de una inédita complejidad constructiva, se cobró conciencia -¿cuándo?- de garantizar la seguridad en su edificación y se mandó hacer un estudio de prospectiva de “largísimo plazo”, a 200 años, bajo el supuesto de un incremento sustancial de la densidad urbana en la zona y de fuertes vientos”. Señaló que el estudio llevó a los responsables de la construcción de “La Estela de Luz”, a cambiar tres elementos fundamentales: la profundidad de la cimentación, que pasó de 30 a50 metros, esto con el fin de que sea capaz de soportar ráfagas de viento y de velocidad inaudita en 40, 80 y 120 años –sí, así dicen que dijo-; que se tuvo que reconsiderar el tonelaje de la estructura para garantizar la resistencia de la pieza: “Pasamos de 80 a 1700 toneladas –menuda diferencia-, lo que supuso cambios fundamentales, el diámetro de las columnas pasaron (sic) de 81 a91 cm., así como el espesor de las paredes tuvimos que duplicarlo de 1.5 pulgadas a 3 pulgadas, el doble del espesor originalmente calculado”.
¡Ah! y el presupuesto inicial que era de 200 millones de pesos había ascendido a más de 400 y hoy ha alcanzado ¡mil millones!
Casi un año más tarde y ante la catarata de declaraciones sobre la increíble aventura del “monumento”, el Secretario Lujambio volvió a aparecer, ya con el agregado de pre candidato a candidato a la Presidencia de la República, a reiterarnos su incompetencia y la del régimen que lo hizo responsable –o irresponsable- de esos aconteceres, a tratar nuevamente de justificar lo injustificable y a agregar, ante el enorme alud de acusaciones de todos los protagonistas contra todos en relación con la ineptitud, la estulticia y la corrupción que han arropado esta historia inaudita, que él solo es responsable de sí mismo. ¿Irá a ser este su lema de campaña?
Pero este no es el tema que hoy quiero tratar. Mi reflexión gira alrededor de la manera de gobernar, de abordar los grandes problemas nacionales y de administrar los bienes de esta patria desgarrada, de un grupo de políticos sin oficio y sensibilidad, a quienes las circunstancias de una democracia incipiente dieron la oportunidad de escalar los más altos peldaños del poder público.
Hoy nos diceun Maestro en Administración de una de las constructoras -que para fortuna de ambos gremios aclaró que no es ni ingeniero ni arquitecto-,en forma balbuceante y hablando dememoria sobre los niveles freáticos y las arenas que conforman la zona del monumento que complicaron el proyecto,que el arquitecto que lo diseñó no entregó un proyecto sino un diseño,pero que ellos “entregarán el monumento con los instructivos correspondientes y no ve por qué no el 31 de diciembre próximo”. Pero ¿quién recibió el diseño y no el proyecto y con él programó la Ceremonia de la Primera Piedra y la fecha de la entrega del monumento?
Así fue: la primera piedra se colocó sin que hubiera planeación, sin proyecto ejecutivo, sin conocer las condiciones del subsuelo, “ni los aires que soplan”; sin análisis de riesgos ni de costos. Con sublime irresponsabilidad.
“El monumento al Bicentenario” se convierte, sin más, en un fracaso literalmente monumental. Pero más grave aún, en el símbolo del síndrome del sexenio. Veamos si no.
De igual manera, en 2008 se puso la primera piedra de la Reforma Energéticaque el Presidente envió al Senado luego de múltiples devaneos, la que me llevó a decir en el propio Senado que se trataba de “una propuesta insuficiente en el análisis económico, discutible desde el punto de vista técnico, inconsistente en el aspecto legal, ignorante de contenido histórico y ayuna de sensibilidad política”…, “las iniciativas se construyen –decía entonces-a partir de algunos datos sesgados, de un lenguaje engañoso y de algunas verdades a medias. Y las verdades a medias, son mentiras dolosas”.
Así fue: la primera piedra se colocó sin que hubiera planeación, sin proyecto ejecutivo, sin conocer las condiciones del subsuelo, “ni los aires que soplan”; sin análisis de riesgos ni de costos. Con sublime irresponsabilidad.
Lo mismo aconteció con el Acuerdo por la Calidad de la Educación, cuya primera piedra puso el Primer Mandatario, entregando a la Maestra Gordillo la “Dirección General de Obra” -término que empleamos los ingenierospara el responsable de la supervisión.
Las calificaciones de los exámenes internacionales de nuestros alumnos, la magnitud del porcentaje de aspirantes a una plaza de profesor que “reprobaron” las pruebas correspondientes –independientemente de la calificación de la calidad y pertinencia de las propias pruebas-, o que “lograron la plaza en una prueba de selección”, según se ha intentado matizar la noticia -y que nos lleva a preguntarnos si se eligió a los mejores o a los menos malos-, indican que en ambos casos, formación de alumnos y de profesores, no se ha hecho absolutamente nada ni medianamente destacable.
Nuestro retraso educativo en relación con los países desarrollados, en este mundo global de implacable competencia y bautizado no sin razón como el de la “Sociedad del Conocimiento”, es por dar una cifra conservadora, de 20 años.
Así fue: la primera piedra se colocó sin que hubiera planeación, sin proyecto ejecutivo, sin conocer las condiciones del subsuelo, “ni los aires que soplan”; sin análisis de riesgos ni de costos. Con sublime irresponsabilidad.
Y qué decir de la Seguridad Nacional en la que también, sólo con un diseño como el de “La Estela de Luz” –sin cálculos ni planos, según dicen- y una “latida” – y no niego que también con una voluntad política plausible pero ingenua- el Presidente puso la primera piedra de la guerra contra el crimen organizado, sin estrategia o con una estrategia evidentemente fallida, que ha costado decenas de miles de vidas, cientos de miles de millones de pesos y algo igualmente lamentable: el desprestigio de nuestras fuerzas armadas, institución fundamental de la República y la vulneración de muchos de sus miembros ante los embates de las ofertas del narcotráfico.
Así fue: la primera piedra se colocó sin que hubiera planeación, sin proyecto ejecutivo, sin conocer las condiciones del subsuelo, “ni los aires que soplan”; sin análisis de riesgos ni de costos. Con sublime irresponsabilidad.
Y así podríamos seguir, encontrando el síndrome del sexenio en los casos más delicados y en los simples. Por eso llega hoy el gobierno del Presidente del empleo al más alto nivel de desempleo abierto desde la crisis del 94y a una caída dramática del poder adquisitivo de la mayoría de los mexicanos; por lo mismo –improvisación, falta de oficio, ineptitud, venalidad, etc.- el problema de las guarderías subrogadas del IMSS, por eso la terrible tragicomedia del ISSSTE, o “el michoacanazo” o la frustrada detención de Jorge Hank, por poner ejemplos de índole diversa. O yéndonos al particular rincón azul de su instituto político, en las bolas del barniz del proceso para elegir a su candidato.
Todo lo hacen en igual formasin que haya planeación, sin proyecto ejecutivo, sin conocer las condiciones del subsuelo, “ni los aires que soplan”; sin análisis de riesgos ni de costos. Con sublime irresponsabilidad.
Sí, no se trata de la historia de “La ESTELA de LUZ del BICENTENARIO”, es, lamentablemente, la crónica de “El ESTILO de LOS del SEXENIO”.
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