Repsol o la razón de la sinrazón

Escuché el pasado 5 de octubre la entrevista de Carmen Aristegui en la que el Director de Pemex  trató de explicar la inexplicable compra de títulos de Repsol. Comparto mis impresiones sobre tan lamentable exposición:

  1. Suárez Coppel trató de justificar la falta de autorización del Consejo de Pemex diciendo que la operación no es “estratégica”.  Según él, para gastar 1.3 miles de millones de euros en una operación “estratégica” requiere aprobación de su Consejo, pero despilfarrar dicha suma en algo que no es “estratégico” no requiere autorización alguna.  Esto es aberrante.
  2. Ante la lógica de tan ilógico análisis decidí hacer algo que aparentemente Suárez Coppel no ha hecho: leer la ley de Pemex. El Artículo 19, Sección IV, inciso k establece que el Consejo debe, previa opinión del comité competente, “aprobar los proyectos y programas de inversión, así como los contratos que superen los montos que se establezcan en las disposiciones que emita para tales efectos.”  Esas disposiciones fijaron este monto en 200 millones de dólares, por lo que el Consejo debe aprobar cualquier contrato, estratégico o no, superior a dicha suma.  Así de claro.  Ante la falta de dicha autorización la operación de Pemex es ilegal.
  3. Al comprometer 1.3 miles de millones de euros sin consultar la opinión de los consejeros -caso inédito en la historia de cualquier empresa, pública o privada- el Director violó un principio elemental de sana administración, lo que ahora se llama “gobierno corporativo”.  Por esto resultó de un cinismo inaceptable cuando en un  inicio declaró que el motivo principal de la operación era…¡mejorar el gobierno corporativo de Repsol!
  4. Suárez Coppel trató de enmendar: la verdadera razón es hacernos de otro asiento en el Consejo de Repsol y obtener su tecnología.  Olvidó el funcionario que por ley cualquier consejero o accionista con intereses en ambos lados de una operación debe abstenerse de discutir y votar el asunto, independientemente de que obre abusivamente o de buena fe.  La explicación dada por Suárez Coppel no sólo cae por su propio peso, sino que le dio municiones a sus detractores en España quienes ahora piden el retiro de Pemex del consejo de Repsol por “permanente conflicto de intereses”.   ¡Gastamos  1.3 miles de millones de euros y lejos de obtener más derechos estamos perdiendo los que ya teníamos!
  5. Suarez Coppel dio algunos números tratando de convencer que la operación es pequeña: tan sólo 1.3 miles de millones de euros cuando la caja de Pemex es de más de 12 mil millones de dólares. ¡Increíble! Un funcionario, sin autorización alguna, compromete el 15% de la caja de la empresa más grande de Latinoamérica y trata de argumentar que es peccata minuta.
  6. Explicó el funcionario que no tiene que preguntarle al Consejo de Pemex cómo votar las acciones de Repsol.  Luego explicó el acuerdo de sindicación con Sacyr, empresa que comanda el oscuro Luis del Rivero.  Bajo éste, Pemex y Sacyr se otorgan derecho de veto sobre su voto en Repsol.  Si no nos gusta lo que propone Sacyr -explicó Suarez Coppel- votamos en contra y ni Pemex ni Sacyr pueden apoyar la moción en Repsol.  El  problema es que el acuerdo también funciona a la inversa: si a Sacyr no le gusta lo que propone Pemex, puede vetarlo.  Gracias a Suarez Coppel, durante los próximos 10 años los directores de Pemex no tendrán que preguntarle al Consejo de la paraestatal cómo votar sus acciones en Repsol, pero sí le tendrán que pedir permiso a …!Luis del Rivero!

¿Cuál es la razón de tanta sinrazón? En España se reporta una inusual actividad de compraventas de acciones de Repsol en las semanas previas a la operación.  Esta especulación fue claramente hecha por gente que sabía de la operación y ante la confidencialidad de ésta los altos funcionarios del gobierno mexicano y sus allegados se convierten en los principales sospechosos.  Lo único que comparto de lo dicho por Suarez Coppel -y no sé qué tan sinceramente lo dijo- es que resulta necesario que las autoridades investiguen y aclaren este caso. Esperamos que así sea.

Javier Jiménez Espriú

Octubre 9 de 2011

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