Timeo de Tauromenio relata que allá por el siglo IV antes de Cristo, Dionisio el Viejo, tirano de Siracusa, para dar un escarmiento a Damocles, miembro de su corte, que le tenía gran envidia, le permitió ejercer por un día como rey y gozar de los placeres del cargo. Sin embargo, Damocles, en un momento dado de aquel día de gozo que imaginaba pleno, volteó hacia el techo del recinto que lo acogía y vio una espada que, pendiente de un cabello de crin de caballo, estaba sobre su cabeza, amenazante con caer sobre él, lo que lo hizo renunciar a su deseo real.