¿De qué se trata?
Dice Jesús Silva Herzog Márquez, en alguno de sus artículos en Reforma, que los mexicanos no tenemos derecho a ser suspicaces de las acciones del gobierno, sino que tenemos la obligación de serlo.
Lo traigo a cuento porque la semana que recién terminó, cayeron en mis manos dos artículos, por demás interesantes, ambos en inglés, ambos graves.
El primero relata la adquisición del fondo de inversión mexicano Infraestructura Institucional, por la compañía estadunidense BlackRock, un fondo internacional poderosísimo; el mayor del mundo, aseguran algunos.
Este fondo, BlackRock, señala el artículo, firmó un acuerdo el pasado junio, con Petróleos Mexicanos, para financiar infraestructura, y conjuntamente con el grupo GDF Suez, tomó el control de la compañía mexicana Tag Pipelines Sur.
Por otro lado, BlackRock, con First Reserve, adquirió –lo que anunció la semana pasada el secretario de Energía, refiriéndose sólo a First Reserve– 45 por ciento de dos oleoductos en construcción para Pemex, por 900 millones de dólares, instalaciones que forman parte de Los Ramones, y por los que se espera importar gas a México, otro negocio que será extraordinario, sin que sepamos, aunque lo imaginemos, para quién.